Autoconcepto y Trauma: El Efecto del Doble Vínculo Relacional
Autoconcepto y Trauma: El Efecto del Doble Vínculo Relacional
El autoconcepto es una construcción psicológica fundamental que se forma desde los primeros años de vida y tiene un impacto duradero en el desarrollo personal y social. La forma en que nos vemos a nosotros/as mismos/as está profundamente influenciada por nuestras experiencias tempranas con las figuras de apego.
Cuando las personas encargadas de nuestra protección y cuidado son las que nos dañan, el doble vínculo relacional que se establece y cronifica dañará profundamente nuestro sentido básico de identidad, seguridad y confianza, interfiriendo gravemente en nuestra capacidad de aprender estrategias de autoprotección, lo cual impedirá que podamos desarrollar la creencia de ser capaces de autoprotegernos frente al estrés, el miedo y el abandono y explicará que asumamos que el daño se ha producido debido a nuestras carencias y deficiencias.
En 1976, Seligman y Maier desarrollaron la Teoría de la Indefensión Aprendida, esta explica por qué las conductas de indefensión se desarrollan, sólo, cuando el cerebro no tiene esperanza de escapar del terror.
Seligman basó su teoría en el experimento que realizó en la Universidad de Colorado junto a Maier, en él, administraban reiteradas “descargas eléctricas ineludibles” a un grupo de perros encerrados en jaulas y, tras varios ciclos de descargas administradas aleatoriamente, les abrían las puertas de las jaulas, mientras les aplicaban nuevas descargas. Este grupo de perros que habían recibido descargas sin posibilidad de escapar de ellas, permanecieron gimiendo sin intentar salir de la jaula, cuando, finalmente, se les abrió la puerta que les permitía ponerse en libertad y escapar así del dolor y el terror. Paralelamente, utilizaron otro grupo control de perros, al que no administraron descargas y comprobaron que, cuando abrían las puertas de sus jaulas, sí escapaban inmediatamente.
La conclusión a la que llegaron fue que la mera oportunidad de escapar del terror no hace que los animales o las personas traumatizados tomen necesariamente el camino hacia la libertad, sino que, cuando quedan expuestos a un dolor terrible del que perciben que no pueden escapar quedan atrapados o inmovilizados, incapaces de actuar para evitar lo inevitable y, simplemente, se rinden, permaneciendo, en un estado crónico de agitación y colapso extremos, bloqueados en el miedo que ya conocen e incapaces de volver a un estado de homeostasis cerebral.
Posteriormente, la Teoría Reformulada de la Indefensión Aprendida, de Abramson, Seligman y Teasdale (2000) explica cómo, cuando la persona percibe que una situación conectada con un suceso altamente deseable o aversivo es incontrolable, busca una explicación sobre la causa de dicha incontrolabilidad y que, cuando la atribuye a factores propios internos, estables y globales, su autoestima resulta gravemente dañada, asumiendo la expectativa de incontrolabilidad para situaciones futuras.
Esta forma de vulnerabilidad cognitiva adquirida explica la atribución que realizan las víctimas de TEPTC de los sucesos traumáticos a causas internas, lo cual ha instalado el miedo y vergüenza como patrones de funcionamiento principales, junto con sentimientos de auto desprecio y de rendición a la indefensión.
Este patrón de desvalorización e indefensión queda también ampliamente recogido en la Teoría del Vínculo Traumático, desarrollada por Dutton y Painter (1981), en la que, a partir de estudios realizados con mujeres víctimas de relaciones abusivas, constataron que el vínculo relacional entre víctima y perpetrador se desarrollaba a partir de dos características:
- Desequilibrio de poder: En la relación, una de las partes se siente en inferioridad de condiciones y la otra es la que ostenta el poder. En la medida en que se mantiene y aumenta esta relación desigual, se genera un empobrecimiento de la autoestima de la víctima, una autovaloración negativa y una sensación de necesidad respecto a la figura dominadora, lo que puede generar un fuerte vínculo afectivo en la víctima hacia la/s persona/s dominante/s.
- Intermitencia del abuso: La alternancia entre el buen y el mal trato se produce porque el/los maltratador/es maltrata/n periódicamente con amenazas, insultos, abusos verbales y/o físicos y psíquicos y, posteriormente, se comporta/n de manera amable e, incluso, con muestras de afecto, lo cual provoca que las víctimas oscilen en ciclos alternados de excitación aversiva/negativa con otros de alivio/liberación respecto al abusador/a.
Como refiere Robles (2012), se constata que el perpetrador se convierte en la persona de mayor poder para la víctima, la cual desarrolla un apego patológico de extremada dependencia emocional en el que considera a la persona que ejerce el abuso, fuente de consuelo y humillación simultáneamente.
Para poder sobrevivir en la relación, la víctima anticipa los deseos y expectativas del agresor y los hace propios, anulándose a sí misma, desconectándose de sus propios sentimientos, como una manera de adaptarse y lograr controlar la amenaza. Así, la víctima renuncia a sus sentimientos y necesidades, para asimilarse a una imagen que se adecua a la mente de su agresor, como una manera de protegerse (Frankel, 2002).
La Traumatización Relacional, por tanto, provoca que se mantengan ciertos mecanismos psicológicos y comportamentales adaptativos para la víctima que explican, a su vez, por qué no puede enfrentarse al agresor, detener el abuso o escapar de él, buscar ayuda, denunciar, etc.
Dicha traumatización también explica alteraciones cognitivas en las víctimas que las mantienen en la creencia de que el maltrato o el abuso son resultado de la propia culpa y que rechacen incluso, la ayuda que le ofrezcan familiares o su red social.
Comprender todo esto es crucial para poder ofrecer el apoyo adecuado a las víctimas. La indefensión aprendida y los vínculos traumáticos son fenómenos que no sólo explican la pasividad y la dependencia emocional de las víctimas, sino que también subrayan la necesidad de intervenciones terapéuticas que puedan restaurar su sentido de identidad, seguridad y autonomía, permitiéndoles avanzar hacia un camino donde recuperar su bienestar psicológico y emocional.
BIBLIOGRAFIA:
Dutton, D. G., y Painter, S. L (1981). Traumatic bonding: The development of emotional attachment in battered women and other relationships of intermittent abuse. Victimology: An International Journal, 6, 139-155.
Frankel, J. (2002). Exploring Ferenczi’s concept of identification with the aggressor. Its role in trauma, everyday life, and the therapeutic relationship. Psychoanalytic Dialogues, 12 (1),101-139.
Maier, S. F y Seligman, M.E. (1976) «Learned Helplessness: Theory and Evidence», Journal of Experimental Psychology: General 105, no 1.
Robles, C. C. (2012). Traumatización relacional compleja: Una noción útil en la comprensión del funcionamiento de mujeres víctimas de violencia doméstica. Revista Argentina de Clínica Psicológica, 21(1), 65-73
Teasdale J.D., Segal Z.V., Williams J.M., Ridgeway V.A., Soulsby J.M., Lau MA. (2000). Prevention of relapse/recurrence in major depression by mindfulness-based cognitive therapy. J Consult Clin Psychol. 2000 Aug;68(4):615-23. doi: 10.1037//0022-006x.68.4.615. PMID: 10965637
Autoras:
Elena Hernández (psicóloga colegiada 23300) en colaboración con Cristina Pallares (psicóloga colegiada 31962)