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Una aproximación al Trastorno por Estrés Postraumático Complejo (TEPTC)

Cuando una persona vive un acontecimiento repentino e inesperado, imposible de manejar, que afecta a su integridad y como consecuencia la persona queda afectada psicológica y emocionalmente, hablamos de trauma.

Los estudios sobre el concepto de trauma son relativamente recientes, no surgieron en la literatura científica hasta el siglo XIX con el psicoanálisis. Pero fue con el estudio de los efectos que sufrían (no solo durante sino también posteriormente) los excombatientes de las guerras, como la de Vietnam, cuando adquirió relevancia.

Esos casos ayudaron a entender que el trauma hace referencia al desbordamiento de las capacidades de afrontamiento y proceso de desconexión del propio cuerpo que se producen en la persona frente a una situación terrible que ocurre en su entorno, provocando experiencias de completa indefensión y desesperanza.

A partir de ahí se definió el concepto de Trastorno de estrés postraumático (TEPT), y fue reconocido por los manuales de clasificación diagnóstica en 1980. Con el tiempo se dieron cuenta que este concepto tenía carencias, ya que no podía explicar mucha de la sintomatología que expresaban víctimas de procesos de traumatización sostenida en el tiempo e infligidos por figuras principales de apego.

Fue en 1991, cuando la psiquiatra Leonore Terr propuso distinguir 2 tipos de trauma en la infancia: el trauma Tipo 1 que consistía en un trauma repentino y único, y el trauma Tipo 2 que se caracterizaba por traumas múltiples y crónicos, con síntomas más graves y estables. Pero es la psiquiatra Judith Herman, en 1992, que va un poco más lejos y ya introduce los conceptos de Trauma complejo y Trastorno de estrés postraumático complejo (TEPTC), con la intención de diferenciarlos claramente del TEPT, muy vinculado a la sintomatología de los excombatientes de la guerra que hemos comentado antes.

En el caso del Trastorno por Estrés Postraumático Complejo (TEPTC), el proceso de traumatización se ha iniciado, principalmente, en edades tempranas, a partir de procesos de victimización sostenidos en el tiempo y ejercidos por figuras de apego principales, con las que la víctima ha mantenido una relación de confianza. El desarrollo de la personalidad en estos contextos traumáticos provoca un daño estructural en la víctima, condicionando sus patrones de funcionamiento, los cuales permanecerán en la sumisión, la acomodación y el colapso, incidiendo en el desarrollo de mecanismos de afrontamiento funcionales que le permitan escapar.

El desarrollo de los síntomas se vincula al nivel de desconexión que el cuerpo ha sufrido en el momento del/los sucesos/s traumático/s así como al nivel de energía de supervivencia (lucha o huida) que no fue utilizado cuando se enfrentó el terror a través de la parálisis (que es la respuesta biológica cuando la huida o la lucha no son, o no se perciben posibles, frente a la amenaza). Debido a que, en la respuesta de parálisis, los mecanismos fisiológicos de lucha y huida se han activado igualmente pero no se han puesto en funcionamiento, pueden quedar completamente operativos. Si esto ocurre, es decir, si el cerebro no ha encontrado la oportunidad de “encontrar una salida o una solución” a la situación de amenaza, la energía que ha activado quedará pendiente de utilizarse, dejando al cerebro desconectado de sí mismo y del entorno, buscando una solución a la vivencia no resuelta y provocando la sintomatología propia del TEPTC.

La diferencia entre el TEPT y el TEPTC se encuentra, por tanto, por la repetición del trauma relacional en el TEPTC, su inicio en edades tempranas, principalmente, la prolongación en el tiempo y la imposibilidad de escapar de él. No se trata sólo de haber estado expuesto/a a un “acontecimiento traumático” sino de vivir o haber vivido en un “contexto traumático”. Así, el daño sufrido no ha sido puntual sino estructural porque el medio, el entorno de confianza y de crianza ha sido el propio abuso. Se ha crecido o se ha permanecido en la traumatización misma, que se ha llegado a normalizar, sin poder tomar conciencia del abuso que se sufre, lo cual permitiría ponerle fin y validar la historia de dolor que se mantiene presente a nivel corporal y emocional.

Las causas más comunes que provocan traumatización de tipo complejo vendrán derivadas principalmente de experiencias de abuso sexual infantil sostenido en el tiempo, violencia doméstica prolongada, tortura, esclavitud, campañas de genocidio, procesos migratorios, etc.

Para poder explicar el desarrollo del TEPTC en cada caso, será importante tener en cuenta aquellos factores de riesgo que permitan explicar por qué las víctimas son más vulnerables de sufrir experiencias traumáticas y de no desarrollar adecuadas estrategias de autoprotección.

Los Factores de Riesgo más importantes a tener en cuenta son:

  1. Características del evento traumático. Existen tres aspectos principales susceptibles de agravar la sintomatología:
    • Percepción de la experiencia como muy negativa.
    • Sensación de falta de control sobre lo que está ocurriendo.
    • Carácter repentino e inesperado del evento.

A mayor intensidad, duración y frecuencia del/los evento/s traumático/s, más grave será la afectación. Los eventos traumáticos causados por el ser humano y, especialmente, si son intencionados y causados por figuras de confianza, en edades tempranas de las víctimas, tienen mayor probabilidad de generar trastorno que los acontecimientos que provienen de fenómenos de la naturaleza.

  1. Contexto situacional. La situación vital en que se encuentre la persona podrá constituir un factor de predisposición a asumir conductas de sumisión frente a situaciones o contextos traumáticos, debido a las necesidades que todo ser humano tiene de recibir protección y cobijo desde que nace. Esto ocurre especialmente cuando existen experiencias traumáticas previas, situación familiar conflictiva, separación de los progenitores, ausencia de apoyo percibido, problemas económicos o de salud importantes y/o amenaza percibida para la vida.
  2. Variables biológicas. Pueden suponer factores de vulnerabilidad frente al evento traumático, principalmente cuando exista algún tipo de discapacidad, psicopatología previa de la víctima o familiar y, en especial, en trastornos de personalidad y de conducta.
  3. Variables psicológicas. Como pueden ser los deficientes recursos psicológicos, baja autoestima, edades tempranas, baja calidad o dificultades en las relaciones afectivas, percepción de pérdida de control frente a situaciones que resultan amenazantes, sentimientos de culpa o vergüenza y/o una elevada intensidad de la respuesta emocional.

En el momento de la evaluación psicológica-forense será importante analizar los diversos factores de riesgo, situándolos cronológicamente en los diferentes momentos propios del proceso de traumatización: Durante la situación previa a la vivencia traumática, durante la exposición al evento, en el período inmediato posterior y durante el tiempo transcurrido hasta la evaluación.

Así pues, reconocer la complejidad del TEPTC y sus afectaciones nos brinda una perspectiva más completa para ofrecer, no solo un diagnóstico más específico, sino también intervenciones terapéuticas y de apoyo adecuadas.


BIBLIOGRAFIA:

  • Santos Ruiz, et al. (2020) 02. Manual CEDE de preparación PIR. Psicología Clínica. Volumen I. Centro documentación de estudios y oposiciones.
  • Terr, L.(1991). Traumas en la Infancia: Esquema y resumen. American Journal of Psychiatry. 148, 10-20.
  • Van der Kolk, B. (2015). El cuerpo lleva la cuenta: Cerebro, mente y cuerpo en la superación del trauma. Eleftheria

Autoras:

Elena Hernández  (psicóloga colegiada 23300) en colaboración con Cristina Pallares (psicóloga colegiada 31962)

Cambiando la Narrativa del Trauma: El rol de la Terapia EMDR

La vida nos enfrenta a situaciones complejas, algunas de las cuales pueden dejar huella en nuestra mente y emociones. Estas huellas, denominadas traumas, ya sean eventos únicos o persistentes, pueden afectar de forma significativa la salud mental y el bienestar emocional.

En los últimos tiempos, la investigación acerca del trauma y de sus intervenciones desde la psicología ha aumentado significativamente. Una de estas intervenciones que ha demostrado más eficacia es la Terapia de Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares (EMDR poner sus siglas en inglés).

En la década de 1980, la psicóloga Francine Shapiro (1948-2019), descubrió una conexión entre los movimientos oculares y los recuerdos  inquietantes persistentes. Fue a partir de aquí que se estudió y se desarrolló este fenómeno, lo que hoy en día conocemos, como la terapia EMDR.

La terapia EMDR está científicamente respaldada y es recomendada por la APA (Asociación Americana de Psicología), e incluso des de 2013 la OMS la recomienda como uno de los tratamientos indicados para los trastornos relacionados con el trauma, ya que ha mostrado tanta eficacia como la Terapia Cognitivo-Conductual, más extensamente conocida.

Los estudios respaldan su eficacia para el tratamiento del trastorno por estrés postraumático (TEPT), pero también en el tratamiento de los trastornos de ansiedad, la depresión y otras patologías. Además, puede usarse como una intervención puntual integrada en el proceso de psicoterapia, como una terapia adicional, o como un tratamiento en sí mismo.

La idea central de la terapia EMDR, es que el sistema nervioso tiene mecanismos para procesar e integrar todo lo que nos va sucediendo, pero en ocasiones, cuando estas experiencias son más intensas o complejas para la persona, el sistema se bloquea y el recuerdo permanece almacenado sin elaborar, es decir, genera las mismas percepciones, pensamientos, emociones y sensaciones en el presente.

Con la terapia EMDR se accede al recuerdo y se desbloquea para que el sistema nervioso pueda reanudar el proceso natural que se interrumpió, y así acabar de integrarlo. Para lograr esto se necesita una estimulación bilateral del cerebro, que se consigue a través de los movimientos oculares (que le ha dado el nombre a la terapia), o de otras formas como son los sonidos binaurales o el tapping.

Es importante comentar que esto solo constituye una parte del abordaje terapéutico con EMDR, la intervención es más compleja y extensa, ya que el/la terapeuta trabajará con el/la paciente para comprender las raíces del trauma y abordarlo de forma adecuada.

Las fases de la intervención con EMDR son:

  1. Historia clínica y plan de tratamiento: recopilación de información sobre la historia del paciente y desarrollo de un plan de tratamiento.
  2. Preparación: establecimiento de una relación terapéutica adecuada, plantear expectativas razonables, realizar psicoeducación y entrenamiento en técnicas de autocontrol.
  3. Valoración: identificación de los eventos traumáticos y las creencias asociadas.
  4. Desensibilización: lograr cambios en la experiencia sensorial relacionada con el trauma. Aquí es donde se realiza la estimulación cerebral bilateral.
  5. Instalación: incorporación de creencias positivas, reemplazando las negativas.
  6. Exploración corporal: lograr que sensaciones corporales residuales desaparezcan.
  7. Cierre: el paciente está en un estado emocional estable, tiene sensación de autocontrol y aprende a manejar situaciones perturbadoras.
  8. Reevaluación: revisión de los progresos. Se plantean nuevos objetivos y estrategias en los que se puedan apreciar los resultados de la intervención.

Cómo vemos, la terapia EMDR ofrece una perspectiva única y efectiva para abordar el impacto del trauma en la salud mental, ayudando a reprocesar las experiencias traumáticas y permitiendo la liberación emocional.

Finalmente, hay que recordar que antes de iniciar cualquier forma de terapia, es crucial consultar con un profesional de la salud mental para determinar el enfoque más adecuado para cada persona. En la terapia EMDR o en cualquier otra, es importante contar con profesionales formados y adecuadamente acreditados.

 

Para más información:

Asociación EMDR España –  https://www.emdr-es.org/


WEBGRAFÍA:

Asociación Americana de Psicología (2017). https://www.apa.org/ptsd-guideline/treatments/eye-movement-reprocessing
Organización Mundial de la Salud (2013). https://www.who.int/es/news/item/06-08-2013-who-releases-guidance-on-mental-health-care-after-trauma
Asociación EMDR España. Evidencia científica sobre EMDR – https://www.emdr-es.org/Sobre-EMDR/Investigaciones-que-avalan-el-EMDR-como-psicoterapia
Asociación EMDR España. Libros sobre EMDR – https://www.emdr-es.org/Tienda
Centro de terapia EMDR (2022). Vídeo sobre las fases de la terapia EMDR https://www.youtube.com/watch?v=3BgvSkz0rpk


Autoras:

Elena Hernández  (psicóloga colegiada 23300) en colaboración con Cristina Pallares (psicóloga colegiada 31962)

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